lunes, 16 de marzo de 2009

Los anillos toman el poder


De todos los libros que han sido llevados al cine, ninguno ha salido tan bien parado como la trilogía de El Señor de los Anillos, del escritor británico J.R.R.Tolkien, quien concibió la historia como una “mitología” para Inglaterra.
Las tres películas fueron dirigidas por el neozelandés Peter Jackson, quien también se encargo del guión y la producción junto a Barry M. Osborne, Philippa Boyens y Fran Walsh. La música corrió a cuenta de Howard Shore y la fotografía de Andrew Lesnie.
La clave del éxito de la trilogía está en que todo el equipo actuó al unísono y de manera brillante: las imágenes son impresionantes, la música llega al corazón, etc. y los actores, pese a que ninguno recibiera premio Oscar –algo muy difícil en una película coral, pero que, en mi opinión, hubiera merecido, al menos, Sean Astin– encarnaron a los personajes de forma asombrosa.
Así, Elijah Wood encarnó dulcemente a Frodo, el veterano Ian McKellen hizo renacer al mago Gandalf, Viggo Mortensen durmió junto a su caballo para que éste se acostumbrara a al personaje de Aragorn, Liv Tyler estaba más hermosa que nunca como la elfa Arwen, Sean Astin logró que el héroe escondido Sam resulte imprescindible, Dominic Monaghan y Billy Boyd lograron componer uno de los espíritus más alegres de la historia: el de los hobbits Merry y Pippin, Cate Blanchett transmitió todo su poderío a la mirada de Galadriel, Christoher Lee cumplió su sueño de encarnar a Saruman, Miranda Otto estuvo insuperable en su papel de Éowyn, Orlando Bloom y John Rhys-Davies se convirtieron en los inseparables Legolas y Gimli, Hugo Weaving puso su frialdad habitual en el abstraído Elrond, David Wenham mostró el buen alma de Faramir, Bernard Hill asumió el papel de un distinguido rey Théoden, Sean Bean personificó con maestría el carácter de Boromir, el mítico Ian Holm se convirtió en Bilbo, Brad Dourif se caracterizó como el horrible Grima, Karl Urban como el valeroso Éomer, John Noble como el perturbado Denethor y Andy Serkis encarnó a Gollum, una de las criaturas más reales del cine.
Por supuesto, no voy a decir que las películas sean mejores que los libros: no puedo elegir entre mi libro favorito y mi película favorita. La obra de Tolkien puede parecer una simple historia de aventuras y fantasía, pero es mucho –muchísimo– más que eso: transmite y enseña todos los valores que existen: valentía, amor, preocupación por la naturaleza, consecuencias de la guerra, lealtad, amistad, etc. Se trata de una triste concepción del mundo: al final, elfos, ents, magos, hobbits, etc. desaparecen para dar paso a los hombres; pero es una bellísima representación.
Algo así parece imposible de ser llevado al cine –de hecho, Ralph Bakshi realizó una pésima versión animada en 1978–, pero Peter Jackson y su equipo superaron todas las expectativas. Lograron que el espíritu de Tolkien se mostrara en imágenes y con toda la fuerza que permiten las técnicas cinematográficas (podría decir que consiguen que “la obra de Tolkien cobre vida”, pero me parece injusto negar a los libros la posibilidad de crear vida).
Hay cosas que un libro no tiene, como las imágenes: los buenos libros, como éstos, crean unas imágenes mentales magníficas que pueden superar las sensaciones de la realidad, pero las imágenes cinematográficas son otra historia. Las películas de El Señor de los Anillos tienen unas imágenes espectaculares y presentan una música conmovedora que no podría acompañar mejor, algo de lo que un libro carece.
El equipo ha recreado el mágico universo de la Tierra Media (el magnífico lugar en que transcurre la trilogía): todos los escenarios (desde el bello Lothlórien a la oscura Moria) y los trajes (de los esbeltos vestidos de Arwen a las brillantes armaduras de los soldados de Gondor) han sido creados con sumo detalle: el bordado de una manga de la capa de Legolas parece un detalle insignificante, pero todos esos detalles son los que hacen a la Tierra Media tan real. El ambiente creado es fascinante y tanto el lector del libro como el espectador de la película se sumergen en un mundo de magia y luchas entre el bien y el mal (parece lo típico, pero pocos libros o películas tratan este tema de forma que su público sea realmente consciente de ello).
Por todo ello, no es de extrañar que la trilogía en su conjunto haya recibido 30 nominaciones y 17 premios Oscar. A mi parecer, la Academia tardó en reaccionar, pues las dos primeras partes no se llevaron los galardones merecidos y tuvieron que limitarse a premios menores: La Comunidad del Anillo recibió 14 nominaciones, pero sólo 4 premios y Las Dos Torres fue vencida por la simpleza de Chicago. Por suerte, El Retorno del Rey fue galardonada con todos los premios a los que fue nominada subiendo al podio de películas más oscarizadas junto a Ben Hur y Titanic y me atrevo a añadir que, si hubiera sido nominada –tal y como merecía– a mejor fotografía y actor secundario (Sean Astin) hubiera batido el récord de galardones.
Sin embargo, muchísimo más importante que los premios es el haber conseguido que los seguidores de los libros queden eternamente agradecidos con Peter Jackson y todo el equipo, pues han creado una obra magnífica e insuperable que tiene merecido un hueco en la Historia del Cine, tal y como la obra de Tolkien lo tiene en la Historia de la Literatura.

3 comentarios:

  1. Hola Juan.

    Yo la verdad es que siempre suelo preferir los libros a las películas, me aportan mucho más. Aunque como bien tú dices es difícil escoger entre una buena película o un buen libro (sinceramente suelo escoger el libro pero espero aún que me sorprendan con el buen cine).

    Un saludiño!

    ResponderEliminar
  2. ¡Mi compañero de gustos y de juegos...!

    Yo y la mayoría de aficionados a esta (fantástica) trilogía te damos las gracias por dedicar el primer post de tu recien adquirido blog ha esta película que, en mi opinión, marca un antes y un despues en la historia del cine....

    ¡¡¡ ANIMO !!! aun te queda largo camino....

    ResponderEliminar
  3. Un tema muy interesante, y que puede generar debate. Porque hoy en día, la mayoría de las películas son adaptaciones de libros, y lo desconocemos. ¿Dónde está la inspiración de los guionistas? Porque adaptar un libro puede ser una buena idea, pero evitando desvirtuar la narración. Enhorabuena por el blog ;)

    ResponderEliminar